Muchas veces oímos que tenemos que entender al cliente y ponernos en su piel. Frase fácil de decir pero muy difícil de lleva a cabo. Cuando un cliente llaga a las 10 menos 5 de la noche a comprar tienes 2 opciones:
- Primera, la más habitual, debido al tipo de cliente que la solicita, es la de intentar dar largas, o retrasar la venta para otro día. Normalmente este tipo de cliente viene a incordiar a última hora, o bien es familiar de alguien a quien viene a recoger, o simplemente viene a pasear (sí, hay gente así).
Son un tipo de cliente que no tiene ninguna intención de comprar y justo te pregunta por el precio de una TV que no está indicado en ese momento. No le interesa pues a veces no te deja ni que le informes de nada. Pero con el tiempo he descubierto la manera de cortar rápido. Se le dice el precio, y si se la lleva ahora o si va a pagar en efectivo. Cuando ve que si preguntamos por un precio, es un paso más para hacer una compra, huye rápido.
A este tipo de cliente es al que me gustaría pagarle con la misma moneda. Averiguar si, por ejemplo, trabaja en un banco, y pasarme 5 minutos antes de que cierre un viernes a mediodía y pedirle que me informe de las hipotecas que tienen, y de todos los productos financieros y de inversión que tiene, mientras me dedico a mirar al techo. (Algún día me tocará una lotería y me dedicaré a perder el tiempo en estas chorradas).
- Segunda opción, es atenderle correctamente, pues el tipo de cliente que viene a última hora porque no tiene otra hora a la que poder comprar (aunque eso es discutible). Estos son los menos y cabe decir que muchas veces he salido mucho mas tarde de mi hora por atenderle.
Si alguno se siente identificado, espero que sea con el segundo. Si es con el primero, por favor, que recapacite su actitud. También hay que ponerse en la piel del vendedor....
Como ya he dicho muchas veces, es difícil ponerse en la piel de otro pero hay que hacerlo. A veces cuando la tienda está llena y estás cobrando, la caja va lenta y sólo puedes cobrar de uno en uno, sientes como las miradas de los clientes que esperan, como te taladran el cogote. Pero media hora más tarde cuando estoy en la cola esperando a que una cajera me cobre la merienda, pierdo los nervios rápidamente, pienso que tiene razón el refrán, "Caja Rápida, Cajera Lenta". En ese momento cambio el chip y pienso paciencia, que algún día puedo ser yo el cajero...
Salu2 a To2.