Desde hace algún tiempo hay cosas en el trabajo, de las que no me siento orgulloso, y en parte digamos que no me siento identificado con la empresa. Una de ellas, pero no la mayor, es algo que nos diferencia bastante en el día a día, a los hipermercados, de las tiendas pequeñas. Las Visitas.
No me refiero a las de los clientes si no a la de los jefes. En una tienda pequeña, tú eres el jefe y en caso de no serlo, lo tienes a tu lado. Por encima, no hay nadie. (Me equivoco, compañeros?).
Pero en los hipermercados, hay varios jefes de sección, por encima, un jefe de sector, por encima el director del hipermercado. La cosas sigue; por encima hay directores de explotación, regionales, nacionales, etc... Y cuanto más arriba, mayor es el miedo que generan sus visitas. De aquí la frase cuando hay visita me hago caquita.
Hasta ahí la cosa normal, pero lo malo es que nos afecta incluso hasta en nuestro trabajo. Desde el día en que se conoce la visita, cunde el pánico y los nervios. La tienda deja de ser tienda para ser un museo. Ya lo primero no es el cliente.
Si la visita es de las gordas (quiero decir si la visita es importante, no que nos venga a visitar la Teresa Campos), una semana antes, aparece otro pez menos gordo a ver la tienda, y a sugerir cambios que podrían gustar al mandamás que viene a vernos. Cambios que evidentemente no hace él, sino nosotros. Nos pegamos la paliza a revolver la tienda, limpiar y demás trabajo en lugar de dedicarnos a vender.
El resultado final es variable:
- A veces el tío cancela la visita y no aparece.
- Viene y ordena más cambios, o deshacer los que habíamos hecho "en su honor". (Amables pensamientos nos vienen hacia el pez menos gordo).
- Viene y pasa de largo hacia otra sección o al bar.
- Viene, todo sale bien, le gusta y al día siguiente nos felicitan.
Felicitación que NO paga mi hipoteca....
No me refiero a las de los clientes si no a la de los jefes. En una tienda pequeña, tú eres el jefe y en caso de no serlo, lo tienes a tu lado. Por encima, no hay nadie. (Me equivoco, compañeros?).
Pero en los hipermercados, hay varios jefes de sección, por encima, un jefe de sector, por encima el director del hipermercado. La cosas sigue; por encima hay directores de explotación, regionales, nacionales, etc... Y cuanto más arriba, mayor es el miedo que generan sus visitas. De aquí la frase cuando hay visita me hago caquita.
Hasta ahí la cosa normal, pero lo malo es que nos afecta incluso hasta en nuestro trabajo. Desde el día en que se conoce la visita, cunde el pánico y los nervios. La tienda deja de ser tienda para ser un museo. Ya lo primero no es el cliente.
Si la visita es de las gordas (quiero decir si la visita es importante, no que nos venga a visitar la Teresa Campos), una semana antes, aparece otro pez menos gordo a ver la tienda, y a sugerir cambios que podrían gustar al mandamás que viene a vernos. Cambios que evidentemente no hace él, sino nosotros. Nos pegamos la paliza a revolver la tienda, limpiar y demás trabajo en lugar de dedicarnos a vender.
El resultado final es variable:
- A veces el tío cancela la visita y no aparece.
- Viene y ordena más cambios, o deshacer los que habíamos hecho "en su honor". (Amables pensamientos nos vienen hacia el pez menos gordo).
- Viene y pasa de largo hacia otra sección o al bar.
- Viene, todo sale bien, le gusta y al día siguiente nos felicitan.
Felicitación que NO paga mi hipoteca....
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Gracias por leerme.